Bartolomé Esteban Murillo
Bartolomé Esteban Murillo era famoso y reconocido artista español. Era el hijo menor de una familia de 14 hermanos, pero perdió a su padre y a su madre a los 9 años, primero murió su padre y 6 meses después murió su madre. Ana, que era su hermana, decidió cuidarlo y le permitió visitar a menudo el estudio de Juan del Castillo.
Nacido el 3 de abril de 1682 en Sevilla, España, Bartolomé comenzó a desarrollar sus habilidades como pintor en 1630, cuando solo tenía 13 años, y para entonces ya tenía excelentes habilidades. Trabajó como artista independiente en Sevilla y en el 45 recibió por primera vez un gran encargo consistente en una serie compuesta por 13 cuadros, entre ellos La cocina de los ángeles, que seguía siendo la obra más famosa de la trama, gracias a su minuciosidad y realismo representado, especialmente porque se trataba de artículos para el hogar.
Este trabajo le trajo tanto éxito que le permitió ganar credibilidad y hacer más trabajo. Vivió así con muchas comodidades y pudo mantener a sus 9 hijos, a los que había casado con Beatrice Cabrera, con quien se casó en 1645.
De artista cotidiano a artista de iglesia
Bartolomé caracterizado por pintar lienzos para la Catedral de Sevilladonde comenzó a especializarse en 2 temas específicos que aún caracterizan su obra. La Virgen y el Niño fue una de sus obras, y la otra fue la Inmaculada Concepción. De este último ha hecho innumerables versiones diferentes. Sus vírgenes eran hermosas y jóvenes, inspiradas en jóvenes que el propio pintor conoció.
Pasó un tiempo en Madrid, donde Murillo participó en la fundación de la Academia de Pintura, donde compartió liderazgo con Herrera el Moza. Fue muy activo en esa época, y fue allí donde recibió dos encargos muy importantes, pues fue el retablo del monasterio de San Agustín. En particular, tuvo que restaurar las pinturas de Santa María la Blanca, que se terminaron en 1665.
Tras esta obra, este artista trabajó para los capuchinos de Sevilla, donde repartía limosnas Santo Tomás de Villanueva, y en un hospital de caridad, donde realizó varios cuadros sobre actos de caridad.
Murila también se destacó como un artista creativo de tipo infantil y femenino, donde perfeccionó sus obras directamente desde sus niños de la calle, erizos y mendigos y niñas con flores hasta un realismo brillante y directo. Estas pinturas constituían un maravilloso estudio de la vida de las personas.
Hizo entonces una serie dedicada íntegramente a la parábola del hijo pródigo, y se le encargó decorar la iglesia del monasterio capuchino de Cádiz, donde sólo pudo casarse, pues cuando trabajaba en el cuadro, el artista se cayó del andamio. , perdiendo instantáneamente la vida.
lectura de 1894